Lunes, 24 de Marzo de 2014
Este grito resonaba con rabia por el centro de Madrid la noche del
12 de febrero en la concentración en protesta por la muerte seis días
antes de quince personas al tratar de llegar a Ceuta nadando.
Este grito resonaba con rabia por el centro de Madrid la noche del 12
de febrero en la concentración en protesta por la muerte seis días
antes de quince personas al tratar de llegar a Ceuta nadando. Aún no se
conocían los detalles que rodeaban a la muerte de los migrantes que
provenían en su mayoría de Camerún, Guinea-Conakry y Mali, pero todos/as
éramos conscientes de que, como se repetía en muchas de las pancartas, “
las fronteras matan”
y de que estas muertes habían sido causadas por un sistema económico
que condena a la mayoría del planeta al hambre y a la miseria y pone
todos los impedimentos posibles para no que no puedan escapar de ellas.
Pero lo que aún no sabíamos, aunque ya se podía intuir, era que en
esta ocasión sí podíamos hablar de asesinato con todas sus letras, tal y
como lo define el Código Penal. Según se han ido haciendo públicos
vídeos y testimonios de los supervivientes hemos conocido la historia
real: que guardias civiles han matado en nuestras fronteras a quince
personas con alevosía, mediando recompensa y con ensañamiento,
aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido. Asesinato.
Los hechos
Como decíamos, a pesar de las labores de ocultación de pruebas y
manipulación de lo sucedido por los responsables policiales con la ayuda
del Ministro de Interior, lo ocurrido en la frontera de Ceuta el 6 de
febrero se ha ido conociendo y no deja lugar a dudas. Hemos podido ver
vídeos en los que guardias civiles, al grito de “
¡vamos, cabrones!”
disparaban pelotas de goma a las personas que intentaban acercarse a
nado a la playa ceutí de El Tarajal y hemos tenido la oportunidad de
conocer el relato de los/as que ese día escaparon a la muerte, pero
regresaron a Marruecos, desde donde seguramente intentarán otra vez
cruzar los muros.
Uno de los testimonios más clarificadores de qué
pasó en la fronétera, se encuentra en la denuncia ante la Fiscalía
General del Estado presentada por varias asociaciones, entre otras SOS
Racismo, basada en conversaciones con algunos/as supervivientes. De ella
extraemos varios fragmentos:
“Este superviviente narra como él mismo fue golpeado por una bala
en la espalda y por otra en la cabeza. Cuando salió del agua una mujer
Guardia Civil – a la que podría reconocer si volviera a verla- le obligó
a ponerse de rodillas golpeándole con las defensas de goma.Vio como
llegaba el “barco español” en referencia al barco de la Guardia Civil.
Algunos de sus compañeros que estaban en el agua se acercaron al barco
para intentar subir, pero el barco español se fue. Cuando volvió el
barco comenzaron a disparar desde él.
Narran los supervivientes que algunos de los muertos de haber
recibido auxilio de esta embarcación habrían sobrevivido, pero la
negativa a auxiliares propició que aturdidos por los gases lacrimógenos y
heridos por los golpes, se hundieran. Dos de los testigos podrían
reconocer al Guardia Civil que tras hacerles gestos con las manos que
ellos interpretaron como “joderos”, subió a la torre y disparó hasta
seis veces. Los testigos describen que “les disparaban como pollos”.
Los muertos que pudieron ser vistos en la morgue de Marruecos,
estaban heridos viendo en los cadáveres un labio partido y una herida en
la cabeza, otro con la cabeza totalmente vendada y herida en el pecho…”
Parece que ser que la denuncia y la labor de su difusión
tuvieron un éxito inmediato, pues Arsenio Fernández de Mesa, director
general de la Guardia Civil, amenazaba al día siguiente de su
publicación con denunciar a todas las organizaciones que han “
injuriado y calumniado”
a la institución. El testigo lo recogía el partido fascista Democracia
Nacional, que en la noche del 20 de febrero colgó una pancarta en la
sede de SOS Racismo de Lavapiés en la que les acusaba de “
denunciar a los que protegen nuestras fronteras” e introdujo bengalas encendidas en el local que pudieron ocasionar un incendio.
La(s) versión(es) oficial(es)
El mismo Fernández de Mesa contestaba así a la pregunta de una
periodista que le interrogaba sobre si se habían utilizado pelotas de
goma contra la gente que se encontraba en el agua:
No creo que
haya ni un solo guardia civil que utilice como blanco a un ciudadano que
está tratando de subsistir, nadando como puede. Ni muchísimos menos
trataría de echarle, por decirlo de una manera plástica, la mano al
cuello para terminar de ahogarlo. No creo que haya ningún español que
crea que la Guardia Civil, ningún guardia civil de España, fuera capaz
de eso.
Pues se equivoca, y no sólo porque se ha demostrado que se dispararon
infinidad de pelotas de goma (cuatrocientas, según el periódico
El pueblo de Ceuta).
Se equivoca porque somos muchos/as los/as que estamos convencidos/as de
que muchos/as guardias civiles son capaces de eso y de mucho más. Y de
que reciben órdenes para hacerlo. Y lo sabemos porque a nosotros/as,
ciudadanos/as españoles/as, nos han disparado mientras nos insultaban
con mezcla de odio y satisfacción en sus caras, porque conocemos los
casos de malos tratos en los CIE y las muertes de personas allí
encerradas que se podrían haber evitado con un sencillo tratamiento
médico, porque hemos visto la brutalidad de las redadas racistas en
nuestros barrios…
Pocos días después de la primera negativa de la existencia de los
disparos, Fernández de Mesa nos regalaba una nueva explicación distinta:
sí se había disparado al agua, pero nunca contra los inmigrantes, sino
con la intención de “delimitar una línea imaginaria con la que se
delimitaba lo que era la zona marroquí de la zona española”.
Por si quedaba alguna duda de cómo es la actuación policial en la
frontera, Juan José Imbroda, Presidente de Melilla, nos lo aclaraba
“Lo
que me extraña es que nos escandalicemos porque se usen con los
inmigrantes que entran rompiendo una valla. Si no pueden utilizar medios
antidisturbios, ¿qué pueden hacer?, ¿qué hacen entonces los guardias
civiles en la frontera? Nada. ¿Los sustituimos por un comité de
recibimiento con azafatas?”. Esas palabras, pronunciadas a los
pocos días de la muerte de quince personas, nos permiten hacernos una
idea de lo despreciables que son estos personajes.
No queríamos terminar sin hacer una breve referencia al papel de los medios de comunicación en el tema de la
inmigración.
El mejor ejemplo lo hemos visto en El País, que tras unos días
denunciando la actuación de la Guardia Civil en las muertes de Ceuta,
retomaba su función de vocero del poder y nos informaba en la noticia
más destacada de la portada que “
30.000 subsaharianos preparan el salto a Europa por Ceuta y Melilla” y que “
los intentos de entrada crean alarma social”.
Pues no, la alarma social la crean titulares como ese y no el hecho de
que unas pocas decenas de miles de personas intenten llegar a una
Europa-fortaleza en la que viven más de quinientos millones de
habitantes.
Pocas horas antes de enviar este periódico a la imprenta, nos
hemos enterado de la convocatoria de una manifestación convocada en
Lavaépiés por la agrupación de partidos fascistas “La España en marcha”
con el lema de “Alto a la invasión. Protejamos nuestras fronteras”.
Desde estas páginas hemos escrito en otras ocasiones que el auge del
fascismo debía ser enfrentado desde su raíz, creando espacios y
movimientos que dieran respuesta a las necesidades reales de la gente y
difundiendo un discurso basado en la solidaridad entre iguales
enfrentados a los poderes políticos y económicos. Pero a la vez, siempre
hemos dicho que hay que plantarles cara directamente en la calle, que
no hay que permitirles ni un respiro. Esta es una de esas ocasiones en
la que la respuesta será hacerles frente en nuestros barrios. Sábado 8
de marzo, 12 h. Lavapiés. ¡No pasarán!