por Miguel Guaglianone
Sábado, 08 de Febrero de 2014 10:47
...todo el mundo públicamente indignado, la imagen de los Estados
Unidos en pleno declive, pedidos de explicaciones y sobre todo una
declarada pérdida de confianza de los gobiernos “amigos” al tener la
seguridad de que son tan observados y vigilados como aquellos que los
EEUU consideran “enemigos”.
Los
titulares de los medios corporativos de comunicación tienen en estos
tiempos como tema principal el espionaje. Las documentos hechos públicos
primero a través de la Wikileaks de Julián Assange, las posteriores
revelaciones del ex analista de la CIA, Edward Snowden, la progresiva
publicación de mas documentos secretos a través de distintos medios
corporativos en distintos países del mundo y el trabajo coordinador del
periodista estadounidense Glenn Greenwald, alimentan un proceso que
provoca un escándalo global.
Con
el mismo efecto del dominó que tumba toda una larga fila, o la bola de
nieve que al caer por la pendiente se va convirtiendo en una masa enorme
que provoca la avalancha, las sucesivas revelaciones han desatado un crescendo que envuelve y compromete a la política exterior de los EEUU, su imagen y sus relaciones con otros países.
Primero
fue la aparición en escena pública de la existencia y uso del programa
PRISM y las intenciones de controlar todo el flujo comunicacional
mundial, con el objetivo de una vigilancia total sobre el planeta,
intentando hacer realidad el Big Brother
(el Gran Hermano te vigila) del 1984 de George Orwell, información que
al conocerse produjo una ola de inquietud en las grandes poblaciones de
clase media de los países centrales que sintieron amenazada su
privacidad. Después siguieron las sucesivas informaciones concretas de a
quien se estaba espiando.
Al
conocerse que las llamadas telefónicas personales y el correo
electrónico de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff habían sido
intervenidas, así como los de otros personeros del gobierno, se produjo
una reacción diplomática muy fuerte, Dilma pidió primero explicaciones a
Obama en la cumbre del G20 y como no hubo respuesta adecuada decidió
medidas diplomáticas severas, se suspendió una programada visita a los
EEUU de la presidenta de Brasil con reunión personal programada con
Obama, y en la Asamblea General de las Naciones Unidas el discurso de
Dilma fue de protesta y acusación por el espionaje realizado a ella y su
gobierno y la necesidad de tomar medidas para impedirlo en adelante.
Las relaciones entre Brasil y EEUU se enfriaron al punto de suspenderse
una importante compra de armas programada y buscar por parte de la
nación sudamericana nuevos proveedores en ese ramo diferentes a Estados
Unidos.
El
efecto de bola de nieve continuó y se conoció el espionaje a altos
personeros del gobierno francés, mas tarde aparece entre los documentos
de Snowden la mención del celular privado que usaba la canciller alemana
Angela Merkel. Airados pedidos de explicación de ambos países y una
declaración de Merkel de que espiar a países amigos es “inaceptable”
recorrieron los medios. Se complementó con informaciones de Glenn
Greenwald que hablaban de espionaje también al gobierno italiano, no
solo por las agencias de seguridad estadounidenses, sino también por los
servicios secretos de Gran Bretaña. El espionaje se convirtió en el
tema central de la Cumbre Europea, desplazando los puntos de agenda
programados.
En
definitiva, todo el mundo públicamente indignado, la imagen de los
Estados Unidos en pleno declive, pedidos de explicaciones y sobre todo
una declarada pérdida de confianza de los gobiernos “amigos” al tener la
seguridad de que son tan observados y vigilados como aquellos que los
EEUU consideran “enemigos”.
La
última noticia al respecto la dio un artículo del Whashington Post, en
el que se habla de los temores de altos funcionarios de seguridad de los
Estados Unidos de que se hagan públicas otras informaciones que
estarían en poder de Snowden, que tienen que ver con las operaciones
encubiertas de la inteligencia norteamericana, sobre todo con la ayuda
de instituciones y países no declaradamente “amigos” de los EEUU, que
proporcionan informaciones secretas sobre Irán, Rusia y China a las
agencias estadounidenses. El temor es sobre todo por la integridad de
esos sistemas de información, ya que al hacerse oficial la noticia, los
“informantes” quedan al descubierto y dejan de ser útiles. Es un temor
comprensible, ya que generalmente montar esas redes secretas de
información es una tarea que lleva años, es muy compleja y costosa, y se
logra utilizando las “herramientas” miserables que mencionamos a
continuación.
Realidades del espionaje
En
la década de los 60 (concretamente desde 1962 con el estreno de
“Dr.No”) el cine mundial puso en primer plano el mundo del espionaje.
Una visión glamorosa y romántica del trabajo de los espías y asesinos
(007 era licencia para matar) que se convirtió en uno de los nuevos
mitos modernos -como el del Lejano Oeste- inventados por Hollywood y las
otras industrias cinematográficas como forma de distracción y
entretenimiento para las masas (sobre todo las de los países centrales).
La
verdad es que el mundo real del espionaje ha sido y es un ámbito muy
sórdido, sin ningún tipo de normas éticas o morales (hasta la mafia
siciliana respeta ciertas reglas morales), motorizado únicamente por el
pragmatismo, la necesidad de conocer los “secretos” de otras naciones e
intervenir secretamente en su política. Las “herramientas“ que utiliza
para lograrlo son bastardas, incluyen cosas como la traición, la
corrupción, el chantaje, el asesinato y cualquier otro tipo de presión
que permita el logro de los objetivos a cumplir. El trabajo de todos los
días de los espías es aburrido, burocrático y mísero. Algunos intentos
de comunicación masiva intentaron mostrarlo (como algunas novelas de
John Le Carre o una película británica cuyo nombre no recordamos, en la
cual Michael Caine representaba un espía muy realista cuya vida
cotidiana era absolutamente mezquina) pero no pudieron enfrentar el mito
cinematográfico rentable y masivo del espionaje tipo “James Bond”, con
sus exóticos escenarios, sus hermosas mujeres y sus automóviles
deportivos.
En
ese sentido Obama tiene algo de razón cuando ingenuamente argumenta que
ellos no están haciendo otra cosa que lo que siempre se ha hecho, sólo
que son quienes disponen de la más desarrollada tecnología para hacerlo.
Aun países con relaciones tan “carnales” como Israel y los EEUU se
espían mutuamente. El Mossad realiza operaciones de espionaje en
territorio norteamericano, y las agencias de seguridad estadounidenses
lo hacen en Israel. Todos los gobiernos del mundo saben esto, que están
siendo espiados por los más poderosos.
En
este caso lo que hace la diferencia es que lo secreto se ha hecho
público y como alguna vez nos dijo alguien que perteneció a los
servicios de inteligencia del ejército uruguayo, hablando de la realidad
del golpe de estado, la injerencia y las torturas: “Tu tendrás la convicción, pero por mi antiguo trabajo, yo tengo la certeza.”
Los gobiernos saben que son espiados, pero reaccionan públicamente con
irritación cuando tienen la certeza de ello (en este caso hasta con
indignación personal).
Mitos de la Sociedad de la información
Todo
este asunto sin embargo tiene también una gran carga de mitología (o de
matrices comunicacionales para decirlo de otra forma). Algunos
desvariados teóricos de la era neoliberal, emborrachados de triunfos
técnicos, llegaron a plantear que estamos en la “Sociedad de la
Información” y de que “La información es poder”. Planteamientos bastante
ingenuos de este tipo de razonamiento, que generalmente deja de lado la
historia, la antropología y lo esencial. El poder es un sistema que se
maneja a partir de múltiples variables, y la información (que es solo
una de ellas) solo es le es útil si está clasificada, es pertinente y es relevante
en cada caso. Por eso parece un verdadero disparate despilfarrador
montar costosísimos y complejos sistemas (que incluyen como ECHELON,
redes de satélites) capaces de almacenar miles, millones de terabytes de
información sin clasificar, con la esperanza de poder “controlar” las
vidas, acciones y pensamientos de toda la humanidad. Una ingenuidad
complementada por su propia explicación que las “arañas de búsqueda” que
intentan clasificar esa información, son disparadas por “palabras
llave” (key words). Como si no fuera parte de lo elemental en cualquier
movimiento clandestino el uso de las comunicaciones cifradas (y sobre
todo no hablar ni escribir en inglés). El mundo cerrado de 1984, si bien
utilizaba los medios de comunicación (la TV de doble vía) para
controlar a los individuos, solo podía darse en una sociedad
absolutamente totalitaria y vertical, con un sistema represivo de alta
eficiencia y con el miedo metido en el alma de los ciudadanos
(seguramente por medios no técnicos). Por eso el Big Brother es solo un
sueño de los que quieren el “control absoluto”, no es posible lograrlo
solamente a fuerza de tecnologías.
El
miedo al espionaje global tiene entonces un valor relativo, aunque muy
útil para alimentar el mito de la omnipotencia de los poderosos, un
recurso de control social siempre eficiente.
Gigante con pies de barro
Pero
lo más importante del tema puede estar precisamente en cual es hoy la
realidad del poder de los Estados Unidos. ¿Cómo es posible que un joven
de 30 años, que tuvo un cargo burocrático mediocre en el espionaje, pueda él solo poner en peligro todo el sistema de inteligencia del país más poderoso del mundo,
que comprende entre otras cosas nada menos que la friolera de 16
agencias de inteligencia con mando centralizado, presupuestos
millonarios y miles de empleados, infraestructuras y agentes en todo el
planeta? Algo huele mal en Dinamarca: si esto es posible es porque todo el sistema es de una fragilidad increíble, mucho más allá de todas las previsiones.
Esa inmensa y compleja infraestructura parece estar sufriendo el mismo
“efecto dinosaurio” que presentan hoy las fuerzas armadas
estadounidenses. Han crecido tanto que se han vuelto totalmente
ineficientes.
Eso
puede contribuir a explicar mucho de los monstruosos errores en la
política exterior de EEUU en los últimos tiempos. No pudieron prever que
se empantanarían en las guerras de Irak y Afganistán, No pudieron
prever que destruyendo la infraestructura libia y matando a Kadaffi solo
lograrían generar un resultado absolutamente incontrolable como el que
hoy se presenta, donde distintas facciones armadas combaten entre sí
motivadas solamente por sus pequeños intereses y donde lo que fuera una
nación amenaza con desintegrarse en movimientos secesionistas. No
pudieron prever que el gobierno y el ejército sirios resistirían y
podrían vencer los ataques de las fuerzas mercenarias entrenadas y
financiadas por esa “inteligencia ineficiente”, no pudieron prever que
no era suficiente la amenaza de bombardear Siria con misiles cruceros
para que eso se cumpliera.
Evidentemente todos fallos basados en una inadecuada “información de inteligencia”.
Esto
es a nuestro entender una prueba más de la progresiva pérdida de poder e
influencia de los Estados Unidos en el mundo. Una muestra más de su
gran crisis como nación hegemónica. Lo único que podemos pedir es que si
va a producirse un derrumbe, sus escombros produzcan el menor daño
posible al resto del mundo, aunque se trate nada más que de una
aspiración esperanzada, ya que la realidad parece anunciar todo lo
contrario.