Qué fuerzas políticas
están detrás de Maidán
Gueorgui Kriuchkov
Pravda
Traducido del ruso por Josafat
S. Comín
Ucrania está sufriendo
seguramente una de las etapas más complicadas y delicadas desde la proclamación
de su independencia. Los continuados actos de protesta están sacudiendo el
país. Ha habido días en los que Maidán ha congregado a cientos de miles de
personas. Radicales exigencias en forma de ultimátum, todo tipo de excesos,
amenazas, la ocupación de instituciones gubernamentales, paralización del
trasporte, desorganización del trabajo de los órganos estatales, de los
sistemas de mantenimiento de los servicios básicos, actos de vandalismo
cavernario, cuyo principal exponente fue el derribo del monumento a Lenin en
Kiev… En los enfrentamientos entre manifestantes y miembros de las Fuerzas de Seguridad,
de los antidisturbios, se ha derramado sangre. Decenas de personas entre
manifestantes y policías antidisturbios, han terminado en el hospital con
heridas graves. Han volado las primeras cabezas: por abuso de sus atribuciones
han sido apartados de su cargo el Jefe de la administración de Kiev, Popov y el
vicesecretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania,
Sivkovich, entre otros.
En la superficie, podría
parecer que estamos ante una protesta espontánea del pueblo ucraniano que
unánimemente aspira a integrarse en Europa y que está indignado por la decisión
del gobierno de detener el proceso de ratificación del acuerdo de asociación y
de su inclusión en la zona de libre comercio con la Unión Europea. Pero de no
haber surgido complicaciones a la hora de elegir el vector hacia el que debe
orientarse la política exterior de integración, hubieran encontrado otra
excusa. El agravamiento de la situación era inevitable. El trasfondo y sus
causas son mucho más profundas.
La sociedad ucraniana,
después de 20 años tras la proclamación de su independencia sigue estando
profundamente fracturada. Es una división que se manifiesta en varias e
importantes direcciones:
-con relación al golpe de
1991 y la instauración del nuevo orden socioeconómico, o lo que es lo mismo la
restauración del capitalismo;
-con relación a los
acontecimientos y protagonistas del pasado, especialmente a aquellos
relacionados con la presencia de Ucrania como parte integrante del imperio ruso
y de la URSS, con la Segunda Guerra Mundial y su componente central: la Gran Guerra
Patria;
-con relación a la
orientación de la política exterior de Ucrania.
-con relación a los
valores de la civilización eslava oriental y de la civilización occidental;
-por motivos del uso de la
lengua.
Y por supuesto, la
fractura es fruto de la formación en nuestra sociedad tras el golpe
antisocialista de 1991, de una estructura social fuertemente polarizada por
ingresos y nivel de vida, una estratificación por nivel de ingresos, cada vez
más profunda. Es cierto que no hay todavía un carácter de clase claramente
definido en la conciencia popular de esta contradicción. Al mismo tiempo
asistimos a una lucha encarnizada entre la burguesía y la nueva clase de
terratenientes latifundistas nacida bajo el sol de aquel golpe y que se ha
hecho con el poder político y económico en el país, que lucha por hacerse con
con esas empresas y sectores todavía propiedad del Estado, por el reparto de la
propiedad que ya ha sido privatizada y por el acceso a ese “comedero” estatal:
a las palancas del poder que obran el que ese poder se transforme en propiedad.
En cuanto a la relación social de clase, los grupos enfrentados son frutas del
mismo árbol y las diferencias habría que buscarlas en el nivel de avaricia,
agresividad y demagogia populista.
El actual agravamiento de
la situación política viene determinado por el hecho de que en las elecciones
del 2012 al parlamento de Ucrania, ninguna de las partes enfrentadas alcanzarse
su objetivo. Los regionales, que aspiraban a conseguir la mayoría
constitucional en el parlamento (300 escaños), no pueden contar siquiera con la
mayoría simple. La denominada “oposición”, tampoco conquistó la mayoría. Pero
en las regiones occidentales de Ucrania (ante todo en el Lvov, Ternopil,
Ivano-Frankovskaya) las fuerzas nacionalistas prácticamente han instaurado sus
gobiernos, negándose a cumplir las decisiones que vienen del centro, con la
aspiración de imponer su visión nacional-chovinista, rusófoba, a todo el país.
El gobierno está claramente perdiendo la capital también.
La Rada de Ucrania se ve incapacitada
para asumir las funciones que le otorga la Constitución. Sus sesiones plenarias
a cada rato se ven interrumpidas por la “oposición”, boicoteadas, convirtiendo
el parlamento en un organismo incapacitado para legislar. La situación se
agrava más, por el hecho de que en el parlamento ha entrado una fuerza
abiertamente neonazi como es el partido “Svoboda”, que hasta no hace mucho se
autodenominaba social-nacionalista. A éste se le ha unido “Batkivschina” y el
partido “UDAR” de Klichko, creando en la Rada una oposición unida nacionalista
de derechas, cuyo núcleo ideológico representa Svoboda. Una figura conocida
dentro de “Batkivschina”, como Tomenko, en un arranque de sinceridad calificó
al grupo como “OMON (antidisturbios) de la oposición”. Ahora ya hemos podido
ver todos qué clase de “OMON” era ese.
En Ucrania se ha creado
una amenaza real de fascistización de la vida social. Tras las elecciones
parlamentarias, la oposición demostró que no se detendría hasta lograr hacerse
con todo el poder en el país. Tirándose por la máxima “cuanto peor mejor”, los
opositores han elegido el curso que lleva a la provocación de la
desestabilización de la situación y del descontento en la sociedad.
Cómo podría hablarse de
espontaneidad en los actos de protesta, cuando todo estaba perfectamente
organizado al detalle con anterioridad. De la periferia, sobre todo las
regiones occidentales se trajeron a la capital a miles de personas, pronto
empezaron a destacar los “comandantes de campo”, con galones y experiencia
desde el Maidán del 2004. Tenían preparadas una gran cantidad de tiendas de
campaña militares, resuelta la logística de la comida, de la calefacción, de
los lugares donde pasar la noche. Todos los detalles estaban pensados incluso
la creación de un servicio jurídico y la puesta en marcha de una milicia
interna. En aquellos lugares donde surgían situaciones conflictivas, “en el
momento necesario”, aparecían sin falta periodistas y cámaras de televisión… Se
deja sentir claramente una mano experimentada en todo este guion de la provocación.
Pero
sería imposible
comprender en profundidad la esencia real de esta lucha de ahora, sin
contar
con el factor externo. Los acontecimientos en Ucrania se están
desarrollando en unas condiciones de agudización de las contradicciones
permanentes entre
occidente y Rusia; una confrontación que no desapareció con la caída de
la
URSS, ni con la restauración del capitalismo en el espacio
postsoviético. Los
esfuerzos de occidente están encaminados a arrancar a Ucrania de Rusia a
cualquier precio, a impedir su acercamiento. No ha faltado la consabida
quinta
columna, una parte de la cual fue ya cultivada en el subsuelo del PCUS.
Los EE.UU.
y sus aliados están llenos de determinación para impedir a toda costa el
renacimiento, sea en la forma que sea, de la unión de antiguas
repúblicas que
componían la URSS, y el ingreso de Ucrania en esa unión. A Ucrania la
están
empujando claramente hacia la OTAN. Ya en noviembre de 1996 en una
resolución
acordada por ambas cámaras del Congreso norteamericano, la resolución nº
120,
en respaldo a la independencia de Ucrania, había directrices muy claras
sobre
lo que debería hacer el presidente, el gobierno y el parlamento de la
Ucrania independiente.
El líder del Partido de la
Regiones, Yanukóvich, elegido Presidente en el 2009, recibió el apoyo de la
mayoría de los electores principalmente por sus promesas de recuperar las
relaciones de buena vecindad con Rusia, de restablecer el estatus de lengua
oficial para el ruso, de enfrentar al agresivo nacional-chovinismo, y de impedir
que Ucrania fuese arrastrada hacia la OTAN. Esos compromisos quedaron fijados
en los acuerdos con el bloque de izquierdas, donde el papel principal le
correspondía al Partido Comunista. En la práctica lo que ha ocurrido es que se
ha asentado el régimen “yuschenkista sin Yuschenko”, cuando la integración
europea pasó a convertirse en el eje principal de la política exterior e
interior de Ucrania, pasando por la firma del acuerdo de asociación y la zona
de libre comercio con la Unión Europea. Los lemas del gobierno “blanquiazul”
pasaron a ser: “Europa es nuestra casa, Rusia nuestro vecino”. La Unión Económica
Euroasiática no es nuestra elección. Se repetía insistentemente que no se puede
hablar del ingreso de Ucrania en la Unión Aduanera. Se intensificó la cooperación
con la OTAN.
El Partido Comunista desde
el principio se mostró partidario, de que en una cuestión de tal relevancia
como la elección de la orientación de integración exterior, fuese tenida en
cuenta la opinión del pueblo, mediante la celebración de un referéndum
nacional. El gobierno se mostró abiertamente contrario a estas propuestas,
haciendo caso omiso a las advertencias de destacados especialistas,
científicos, y expertos independientes. El gobierno violó descaradamente la Constitución
y la ley sobre la convocatoria de un referéndum. A pesar de todos los
obstáculos que se nos pusieron, los comunistas conseguimos reunir más de tres
millones y medio de firmas en apoyo a la celebración del referéndum. El trabajo
para recabar firmas iba acompañado de una activa explicación de las
consecuencias catastróficas que tendría para nuestro país el ingreso de Ucrania
en la Unión Europea.
A medida que se iban
conociendo los detalles del proyecto de acuerdo de asociación y de la zona de
libre comercio con la UE, iba quedando claro la amenaza frontal que
representaba para la seguridad nacional de Ucrania. En la sociedad comenzó a
crecer la preocupación. Se empezaron a oír voces discordantes, provenientes del
mundo empresarial, directores de empresa que ven como la firma del acuerdo de
asociación representaría una drástica caída de la producción, lo que supondría
un notable aumento del desempleo en el país. Como resultado el gobierno se vio
obligado -a falta de pocos días para la cumbre de Vilna en la que estaba previsto
se ratificase el acuerdo-, a adoptar la decisión de detener el proceso de
integración europea.
Occidente activó
inmediatamente el escenario de desestabilización de la situación en Ucrania. En
su realización tomaron parte activa senadores y altos funcionarios del Departamento
de Estado de los EE.UU., ministros y fracasados presidentes de una serie de
países europeos, con amplia experiencia en la ejecución de “revoluciones de
colores”, y gente por el estilo. Estos comienzan a entrometerse descaradamente
en los asuntos internos del país, llamando
abiertamente a luchar contra el gobierno legítimo. Sin embargo ni por
parte del Presidente, ni del gobierno, ni del Ministerio de Relaciones Exteriores
de Ucrania, no hubo ni una sola voz de condena ante tan evidente violación de
las normas del derecho internacional.
No puede sorprendernos que
el rasgo que mejor caracteriza la actual situación en el país, sea la pérdida
de confianza hacia todos los órganos de gobierno y de la sociedad. Es algo que
refleja convincentemente la investigación sociológica que anualmente realiza el
Instituto de sociología de la Academia Nacional de Ciencias. La encuesta se
celebró en julio de 2013, antes de los masivos actos de protesta.
En los tres últimos años
el índice de confianza hacia el Presidente Yanukóvich ha descendido del 30,8% al 10,9%, o lo que es lo mismo se ha reducido
a casi la tercera parte. Nunca se había producido una caída así en la confianza
hacia un Presidente a lo largo de su mandato.
Confían en la Rada únicamente
el 4,6% de los encuestados, frente al 14,2 % de hace tres años. En el Consejo
de ministros de Ucrania confía un 8,1% (era del 19,6%), en los órganos locales
del poder un 13,8% (era 17,9%). En los últimos 10-15 años los órganos de
gobierno no habían tenido un nivel tan bajo de confianza entre la población. En
la policía, en julio, antes de los incidentes, mostraban su confianza absoluta
solo un 0,8% de los encuestados, en la Fiscalía y la Inspección fiscal, un
0,9%. En estos más de diez años no había habido nunca un nivel tan bajo de
confianza en los partidos políticos (6,6%), sindicatos (15%), bancos, compañías
de seguro, directores de empresa estatales, empresarios privados.
Nunca había habido un
total descreimiento y desconfianza como ahora en la sociedad ucraniana. Pero
motivos para que esto sea así hay más que suficientes. El empeoramiento de la
situación en la economía y en la esfera financiera, el crecimiento del
desempleo, la pobreza generalizada, una estratificación social cada vez más
profunda, le imposibilidad de miles de personas de satisfacer sus necesidades
vitales más acuciantes, la práctica liquidación de la sanidad y educación
gratuitas, la imposibilidad en muchos casos de obtener en los organismos de
gobierno la defensa de los derechos legales, unos niveles de corrupción sin
precedentes que inexorablemente provocan un absoluto descontento de la mayor
parte de la ciudadanía con el estado de las cosas, con su vida misma. Todo esto
unido se ha convertido en premisa objetiva para la participación masiva de
ciudadanos en los recientes actos de protesta. Pero quien se ha aprovechado de
ello, ha sido la oposición nacionalista de derechas, prooccidental y agresiva.
Sobre el estado de ánimo
que prevalece en la sociedad, hablan bien a las claras los datos de los
estudios sociológicos. El 82,7% de los encuestados, consideran que el gobierno
no resuelve o toma únicamente medidas de maquillaje de los problemas
relacionados con la subida del nivel de bienestar de la población y el descenso
de la desigualdad social. Más del 68% están convencidos de que el gobierno no
defiende los intereses nacionales, ni refuerza la unidad y la concordia en la
sociedad. El 42,5% de los encuestados están convencidos de que la Fiscalía
ucraniana está al servicio de aquel que lo pueda pagar. Un 49,1% opina lo mismo
de la policía, y un 55,5% de los jueces. En opinión de casi una quinta parte de
los participantes del estudio, los Cuerpos de Seguridad sirven al Presidente, a
otros dirigentes de los órganos de poder, pero no el pueblo.
Tres cuartas partes de los
ciudadanos encuestados consideran imposible el control de la sociedad sobre la
actuación de los órganos de gobierno. Se ha multiplicado por dos en comparación
con el año 2010 el porcentaje de aquellos que consideran que en Ucrania la
gente no puede expresar libremente sus opiniones políticas (era un 12,2%, ahora
un 28%). Como en años anteriores, un 44% considera que Ucrania no necesita un
sistema pluripartidista. Un 45,1% de los encuestados no ve entre los actuales
partidos políticos existentes en el país y movimientos, ninguno al que se le
pueda confiar el gobierno de la nación. Un 48,7% considera que en el país no hay
líderes políticos capaces de dirigir con eficacia el Estado (en el 2010 era el
30,3%), mientras que un 28,3% no pudo o no quiso responder a esa pregunta.
Un 50,5% de los
participantes en el estudio califican como insatisfactoria su actual situación
en la sociedad, mientras que casi una tercera parte no supo qué responder. Uno
de cada cuatro se situaba en los dos escalones más bajos de la escala social (de
siete escalones), se considera desecho social. Según los datos del estudio, la
gente no sólo se queja de que no pueda adaptarse a las nuevas realidades de la
vida, también se quejan de no poder alimentarse tal y como les gustaría, de que
no tienen una vivienda en condiciones, de que no pueden disfrutar de su tiempo
libre, de la imposibilidad de poder tener unas vacaciones, etc. Eso piensa
entre una tercera parte y la mitad de los encuestados.
Solo un 11,1% piensa que
en el país “no está todo tan mal” y que “se puede vivir”. Mientras que casi la
tercera parte de los encuestados manifiesta que es imposible seguir soportando
una situación tan dura. Según datos del estudio la gente teme ante todo una
subida los precios (79,6%), el desempleo (78,1%), el no poder cobrar los
salarios, las jubilaciones, los subsidios (75,4%), el crecimiento de la
delincuencia (49,3%), la propagación de infecciones peligrosas para la vida
(36,6%), el cierre de empresas (36,4%), el hambre (29,8%), la falta de calefacción
en las viviendas (28,4%), los desórdenes callejeros (18,6%), la instauración de
una dictadura en el país (18,3%).
Ucrania no se ha
convertido ni en un Estado social, ni democrático ni de derecho. Eso es al
menos lo que opina, entre la mitad y las dos terceras partes de los
participantes del estudio. Al señalar que hoy día ya no existen esos valores
morales que se inculcaban en la época soviética (igualdad social, colectivismo,
ayuda mutua y otros) el 48% de los encuestados declaran que no acepta el
sistema de valores, que se ha estado tratando de imponer en Ucrania tras el
golpe de 1991 (el predominio de la propiedad privada, el ansia de
enriquecimiento personal, el individualismo, etc.).
Al valorar la situación
política en el país, un 57,8% de los encuestados la definieron como tensa, y
uno de cada cinco como explosiva. Un 42,5% declararon que es imprescindible
protestar activamente contra el empeoramiento de las condiciones de vida. Sin embargo el
gobierno no se muestra intranquilo ante el incremento de estas alarmantes tendencias en el estado de
ánimo de la sociedad. La naturaleza de esa conducta habría que buscarla en el carácter mismo del régimen gobernante.
Todos los presidentes y miembros de los gobiernos que han dirigido la riendas
de Ucrania a lo largo de las dos últimas décadas, lo han hecho expresando los
intereses del capital oligárquico-criminal y vendepatrias. No deja de ser
significativo el hecho de que los principales multimillonarios ucranianos,
después de que los representantes de los círculos occidentales hayan llevado
con ellos un “trabajo educativo”, mostrasen públicamente a toda prisa su
respaldo a las “aspiraciones europeas de Ucrania”. A la memoria te viene la
advertencia de Lenin, sobre que “la burguesía traicionará a la patria y estará
dispuesta a cualquier crimen, con tal de imponer su poder sobre el pueblo y
preservar sus beneficios”. Parece que nada han aprendido de los resultados de
ese coqueteo con las fuerzas ultranacionalistas de derecha, incluidos los
neofascistas de Svoboda.
La presidencia de
Yanukóvich ha venido marcada por una “interpretación libre” de la Constitución
y las leyes, por la concentración en manos del Jefe del Estado de enormes
prerrogativas y la instauración prácticamente en el país de un régimen
autoritario, que expresa los intereses de un limitadísimo círculo de oligarcas
a los que se ha venido calificando como “la
familia”.
La política de
nombramientos del régimen mostró también un carácter destructivo. Durante la
época de Yúschenko, se promocionaba a los “queridos amigos” para los altos
cargos, mientras que con el gobierno actual se promociona a los suyos (principalmente
de Donetsk). Esto ha derivado en unos niveles de corrupción sin precedentes a
todos los niveles de los organismos estatales. Se ha puesto de moda un fenómeno
tan vergonzoso, como el pago por la lealtad y el sometimiento ante aquellos que
reparten cargos, condecoraciones estatales o galones de General. En los Servicios
de Seguridad de Ucrania, durante estos años de independencia se han sucedido
doce directores. La mitad de ellos no estuvieron siquiera ni dos años en el
puesto, aunque a cinco les dio tiempo a alcanzar el rango de General. Por el Ministerio
del Interior han pasado diez ministros, seis de los cuales no llegaron a estar
un año en el cargo. El Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio (su
denominación ha sufrido innumerables cambios) lo dirige hoy el ministro número
21. Y el Ministerio de Finanzas el ministro número 11.
En el gobierno
prácticamente no hay figuras con autoridad respetadas y conocidas por la
sociedad, capaces de tener su propia postura y defender sus principios
consecuentemente. En lo que respecta al entorno del Presidente, a veces uno
tiene la impresión de que en el mismo aparte de los obedientes “veletas” de
turno, hay también “topos” mal disimulados, gente que está trabajando a
conciencia para desacreditar al Jefe del Estado.
El gobierno prácticamente ha
cedido a la “oposición” el espacio informativo. Incluso los medios de
información del Estado (canales de televisión, emisoras de radio, publicaciones
escritas) en esta situación, parece que trabajan más para favorecer un golpe de
estado. En algo sí que coincide el gobierno y la oposición: en desatar la
histeria anticomunista, en esa aspiración por descalificar el pasado soviético.
Pero al mismo tiempo el gobierno se queda claramente atrás con respecto a la “oposición”,
en ese empuje, en esa actividad, en ese saber influir en el estado de ánimo de
la gente, en la capacidad para organizar actos de masas. El actual gobierno
parece no querer escuchar en absoluto la voz del pueblo, ni tener en cuenta las
conclusiones y propuestas de los expertos.
Hoy nuestro pueblo tiene
que pagar por la fracasada política económica y social del actual gobierno y de
los gobiernos precedentes, por el incumplimiento de las promesas preelectorales, por ese
incapacidad y negativa a querer tener en cuenta en la actividad práctica, los
más y los menos, los riesgos de las decisiones adoptadas y los acuerdos
alcanzados (especialmente los que tienen relevancia estratégica). “Maidán dos”,
no es más que un producto de unas
reformas que no fueron meditadas (reforma de las pensiones, de la sanidad,
etc.) y que han supuesto el
empeoramiento de la situación de
millones de personas. Es el precio por adoptar un estilo de gobierno
autoritario, y una actitud desdeñosa con la legalidad. “Maidán dos” es la
consecuencia de la pérdida de confianza del gobierno entre el pueblo.
La situación en el país es
muy complicada. Al gobierno se enfrenta un adversario agresivo, organizado y
respaldado abiertamente por occidente. Esa “oposición”, está encabezada por
gente que en absoluto encaja en el papel de líder nacional. Pero sin embargo
están peligrosamente cargados de ese ansia de poder que les hace no detenerse
ante nada, con tal de lograr sus objetivos. Su llegada al poder significaría el
establecimiento en el país de un régimen de tipo fascista. Sus primeros pasos
serían la prohibición del Partido Comunista, la eliminación de la ley que
sienta las bases de la política interior y exterior y el carácter del curso de
política exterior de neutralidad, de no pertenencia a ningún bloque; la
inclusión de Ucrania en la OTAN, la denuncia de los acuerdos de Járkov, la
expulsión de la flota de la Federación de Rusia del mar negro de territorio
ucraniano, el establecimiento de una
ideología nacional chovinista como ideología del Estado, con todas las
consecuencias que de ello se derivan.
La tarea principal ahora
es explicar a la gente todos los peligros que encierra esa amenaza del
desarrollo de los acontecimientos.
Los estudios sociológicos
demuestran, que una parte significativa de la población de Ucrania se encuentra
en la oposición con respeto al actual orden socioeconómico, es decir al
capitalismo. La gente comienza a plantearse todo aquello que se ha perdido con
la liquidación del socialismo, y que es lo que les ha traído ese capitalismo
tan alabado. La mayoría de nuestros conciudadanos no terminan de aceptar un
modelo económico en el que domine la propiedad privada. Los ciudadanos de
Ucrania se muestran reticentes a privatizar la tierra, apuestan por el
reforzamiento del papel del Estado en la regulación de las relaciones socio-económicas.
Un 41,3% de los encuestados se mostró partidario de complementar el sector
estatal con el privado, y un 27,2% apuesta por la vuelta a la planificación de
la economía sobre la base del control estatal absoluto.
La mayoría de la población
percibe la situación en el país, y los procesos que se están produciendo en él,
desde unas posiciones cercanas a las del Partido Comunista. De lo que se trata
ahora es de poder utilizar de un modo más eficaz todas esas premisas objetivas,
para atraer a los trabajadores hacia las posiciones del partido.
Hay que reforzar la organización
de las estructuras partidistas, se necesita un notable incremento de savia
joven en nuestras filas, un mayor empuje en nuestro actuar. Esas son las
principales tareas que tenemos por delante a día de hoy y que quedaron reflejadas
en el último pleno del Comité Central del PCU, celebrado recientemente.
G.Kriuchkov
es miembro del CC del PCU y ha sido diputado de la Rada en la III y IV
legislaturas.