6 agosto, 2013 |
¡Qué antorcha de la razón se ha apagado!
¡Qué gran corazón ha dejado de latir![1]
El
5 de agosto del nuevo calendario (24 de julio) de 1895 falleció en
Londres Federico Engels. Después de su amigo Carlos Marx (fallecido en
1883), Engels fue el más notable científico y maestro del proletariado
contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino
relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos
amigos consagraron su vida se convirtió en común. Por eso, para
comprender lo que Engels ha hecho por el proletariado es necesario
entender claramente la importancia de la doctrina y actividad de Marx
para el desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y Engels
fueron los primeros en demostrar que la clase obrera, con sus
reivindicaciones, es el resultado necesario del sistema económico actual
que, con la burguesía, crea y organiza inevitablemente al proletariado.
Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la
azotan actualmente, no por los esfuerzos bienintencionados de algunas
nobles personalidades, sino por la lucha de clase del proletariado
organizado. Marx y Engels fueron los primeros en esclarecer en sus obras
científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la
meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerias
productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia
escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, del cambio
sucesivo en el dominio y en la victoria de una clase social sobre otra. Y
esto continuará hasta que desaparezcan las bases de la lucha de clases y
del dominio de clase: la propiedad privada y la producción social
caótica. Los intereses del proletariado exigen que dichas bascs sean
destruidas, por lo que la lucha de clases consciente de los obreros
organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es
una lucha política.
En nuestros días todo el proletariado en
lucha por su emancipación ha hecho suyos estos conceptos de Marx y de
Engels. Pero cuando los dos amigos colaboraban en la década del 40, en
las publicaciones socialistas, y participaban en los movimientos
sociales de su tiempo, estos puntos de vista eran completamente nuevos. A
la sazón había muchos hombres con talento y otros sin él, muchos
honestos y otros deshonestos, que en el ardor de la lucha por la
libertad política, en la lucha contra la autocracia de los zares, de la
policía y del clero, no percibían el antagonismo existente entre los
intereses de la burguesía y los del proletariado. Esos hombres no
admitían siquiera la idea de que los obreros actuasen como una fuerza
social independiente. Por otra parte, hubo muchos soñadores, algunas
veces geniales, que creían que bastaba convencer a los gobernantes y a
las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente para
que resultara fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar
general. Soñaban con un socialismo sin lucha. Finalmente, casi todos los
socialistas de aquella época, y en general los amigos de la clase
obrera, sólo veían en el proletariado una lacra y contemplaban
con horror cómo, a la par que crecía la indus tria, crecía también esa
lacra. Por eso todos ellos pensaban cómo detener el desarrollo de la
industria y del proletariado, detener “la rueda de la historia”.
Contrariamente al miedo general ante el desarrollo del proletariado,
Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en su continuo crecimiento.
Cuantos más proletarios haya, tanto mayor será su fuerza como clase
revolucionaria, y tanto más próximo y posible ser á el socialismo.
Podrían expresarse en pocas palabras los servicios prestados por Marx y
Engels a la clase obrera diciendo que le enseñaron a conocerse y a tomar
conciencia de sí misma, y sustituyeron las quimeras por la ciencia.
He ahí por qué el nombre y la vida de
Engels deben ser conocidos por todo obrero; tal es el motivo de que
incluyamos en nuestra recopilación — que como todo lo que editamos tiene
por objeto despertar la conciencia de clase de los obreros rusos — un
esbozo sobre la vida y la actividad de Federico Engels, uno de los dos
grandes maestros del proletariado contemporáneo.
Engels nació en 1820, en la ciudad de
Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era fabricante.
En 1838, se vio obligado por motivos farniliares, antes de terminar los
estudios secundarios, a emplearse como dependiente en una casa de
comercio de Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de su
capacitación científica y política. Cuando era todavía estudiante
secundario, llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los
funcionarios. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En
aquella época predominaba en la filosofía alemana la doctrina de Hegel,
de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era
admirador del Estado absolutista prusiano, a cuyo servicio se hallaba
como profesor de la Universidad de Berlín, su doctrina era
revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los derechos de
ésta, y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual
existe en el mundo un constante proceso de cambio y desarrollo,
condujeron a los discípulos del filósofo berlinés que no querían aceptar
la realidad, a la idea de que la lucha contra esa realidad, la lucha
contra la injusticia existente y el mal reinante procede también de la
ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo se desarrolla, si ciertas
instituciones son remplazadas por otras, ¿por qué, entonces, deben
perdurar eternamente el absolutismo del rey prusiano o del zar ruso, el
enriquecimiento de una ínfima minoría a expensas de la inmensa mayoría,
el dominio de la burguesía sobre el pueblo? La filosofía de Hegel
hablaba del desarrollo del espíritu y de las ideas: era idealista. Del
desarrollo del espíritu deducía el de la naturaleza, el del hombre y el
de las relaciones entre los hombres en la sociedad. Marx y Engels
conservaron la idea de Hegel sobre el perpetuo proceso de desarrollo
*,
y rechazaron su preconcebida concepción idealista; el estudio de la
vida real les mostró que el desarrollo del espíritu no explica el de la
naturaleza, sino que por el contrario conviene explicar el espíritu a
partir de la naturaleza, de la materia. . . Contrariamente a Hegel y
otros hegelianos, Marx y Engels eran materialistas. Enfocaron el mundo y
la humanidad desde el punto de vista materialista, y comprobaron que,
así como todos los fenómenos de la naturaleza tienen causas materiales,
así también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el
de fuerzas materiales, las fuerzas productivas. Del desarrollo de estas
últimas dependen las relaciones que se establecen entre los hombres en
el proceso de producción de los objetos necesarios para satisfacer sus
necesidades. Y son dichas relaciones las que explican todos los
fenómenos de la vida social, las aspiraciones del hombre, sus ideas y
sus leyes. El desarrollo de las fuerzas productivas crea las relaciones
sociales, que se basan en la propiedad privada; pero hoy vemos también
cómo ese mismo desarrollo de las fuerzas productivas priva a la mayoría
de toda propiedad para concentrarla en manos de una ínfima minoría.
Destruye la propiedad, base del régimen social contemporáneo, y tiende
por sí mismo al mismo fin que se han planteado los socialistas. Estos
sólo deben comprender cuál es la fuerza social que por su situación en
la sociedad contemporánea está interesada en la realización del
socialismo, e inculcar a esa fuerza la conciencia de sus intereses y de
su misión histórica. Esta fuerza es el proletariado. Engels lo conoció
en Inglaterra, en Manchester, centro de la industria inglesa, adonde se
trasladó en 1842 para trabajar en una firma comercial de la que su padre
era accionista. Engels no se limitó a permanecer en la oficina de la
fábrica, sino que recorrió los sórdidos barrios en los que se albergaban
los obreros y vio con sus propios ojos su miseria y sufrimientos. No se
limitó a observar personalmente; leyó todo lo que se había escrito
hasta entonces sobre la situación de la clase obrera inglesa y estudió
minuciosamente todos los documentos oficiales que estaban a su alcance.
Como fruto de sus observaciones y estudios apareció en 1845 su libro
La situación de la clase obrera en Inglaterra. Ya
hemos señalado más arriba cuál fue el mérito principal de Engels como
autor de dicho libro. Es cierto que antes que él muchos otros
describieron los padecimientos del proletariado y señalaron la necesidad
de ayudarlo. Pero Engels fue el
primero en afirmar que el proletariado
no es sólo una
clase que sufre, sino que la vergonzosa situación económica en que se
encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a
luchar por su emancipación definitiva. Y el proletariado en lucha
se ayudará a sí mismo. El
movimiento político de la clase obrera llevará ineludiblemente a los
trabajadores a darse cuenta de que no les queda otra salida que el
socialismo. A su vez, éste sólo será una fuerza cuando se convierta en
el objetivo de la lucha
política de la
clase obrera.
Estas son las ideas fundamentales del libro de Engels sobre la situación
de la clase obrera en Inglaterra, ideas que todo el proletariado que
piensa y lucha ha hecho suyas, pero que entonces eran completamente
nuevas. Fueron expuestas en un libro cautivante en el que se describe
del modo más fidedigno y patético las penurias que sufría el
proletariado inglés. La obra constituía una terrible acusación contra el
capitalismo y la burguesía. La impresión que produjo fue muy grande. En
todas partes comenzaron a citar la obra como el cuadro que mejor
representaba la situación del proletariado contemporáneo. Y en efecto,
ni antes de 1845, ni después, ha aparecido una descripción tan brillante
y veraz de los padecimientos de la clase obrera.
Engels se hizo socialista sólo en
Inglaterra. En Manchester se puso en contacto con militantes del
movimiento obrero inglés y empezó a colaborar en las publicaciones
socialistas inglesas. En 1844, al pasar por París de regreso a Alemania,
conoció a Marx, con quien ya mantenía correspondencia. En París, bajo
la influencia de los socialistas franceses y de la vida en Francia, Marx
también se hizo socialista. Allí fue donde los dos amigos escribieron La sagrada familia, o crítica de la crítica crítica. Esta obra, escrita en su mayor parte por Marx, y que fue publicada un año antes de aparecer La situación de la clase obrera en Inglaterra, sienta las bases del socialismo materialista revolucionario, cuyas ideas principales hemos expuesto más arriba. La sagrada familia es
un apodo irónico dado a dos filósofos, los hermanos Bauer, y a sus
discípulos. Estos señores practicaban una crítica fuera de toda
realidad, por encima de los partidos y de la política, que negaba toda
actividad práctica y sólo contemplaba “críticamente” el mundo
circundante y los sucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer
calificaban desdeñosamente al proletariado como una masa sin espíritu
crítico. Marx y Engels protestaron enérgicamente contra esa tendencia
absurda y nociva. En nombre de la verdadera personalidad humana, la del
obrero pisoteado por las clases dominantes y por el Estado, exigieron,
no una actitud contemplativa, sino la lucha por una mejor organización
de la sociedad. Y, naturalmente, vieron en el proletariado la fuerza
capaz de desarrollar esa lucha en la que está interesado. Antes de la
aparición deLa sagrada familia, Engels había publicado ya en la revista Anales franco-alemanes, editada por Marx y Ruge, su Estudio crítico sobre la economía politica,
en el que analizaba, desde el punto de vista socialista, los fenómenos
básicos del régimen económico contemporáneo, como consecuencia
inevitable de la dominación de la propiedad privada. Sin duda, su
vinculación con Engels contribuyó a que Marx decidiera ocuparse de la
economía política, ciencia en la que sus obras produjeron toda una
revolución.
De 1845 a 1847 Engels vivió en Bruselas y
en París, alternando los estudios científicos con las actividades
prácticas entre los obreros alemanes residentes en dichas ciudades.
Allí Engels y Marx se relacionaron con
una asociación clandestina alemana, la “Liga de los Comunistas” que les
encargó expusieran los principios fundamentales del socialismo elaborado
por ellos. Así surgió el famoso Manifiesto del Partido Comunista de
Marx y Engels, que apareció en 1848. Este librito vale por tomos
enteros: inspira y anima, aún hoy, a todo el proletariado organizado y
combatiente del mundo civilizado.
La revolución de 1848, que estalló
primero en Francia y se extendió después a otros países de Europa
occidental determinó que Marx y Engels regresaran a su patria. Allí en
la Prusia renana, asumieron la dirección de la Nueva Gaceta Renana,
periódico democrático que aparecía en la ciudad de Colonia. Los dos
amigos eran el alma de todas las aspiraciones democráticas
revolucionarias de la Prusia renana. Ambos defendieron hasta sus últimas
consecuencias los intereses del pueblo y de la libertad, contra las
fuerzas de la reacción. Como se sabe, éstas triunfaron, Nueva Gaceta Renana fue
prohibida, y Marx, que durante su emigración había perdido los derechos
de súbdito prusiano, fue expul sado del país; en cuanto a Engels,
participó en la insurrección armada del pueblo, combatió en tres
batallas por la libertad, y una vez derrotados los insurgentes se
refugió en Suiza, desde donde llegó a Londres.
También Marx fue a vivir a Londres;
Engels no tardó en emplearse de nuevo, y después se convirtió en socio
de la misma casa de comercio de Manchester en la que había trabajado en
la década del 40. Hasta 1870 vivió en Manchester, y Marx en Londres, lo
cual no les impidió estar en estrecho contacto espiritual: se escribían
casi a diario. En esta correspondencia los amigos intercambiaban sus
opiniones y conocimientos, y continuaban elaborando en común el
socialismo científico. En 1870, Engels se trasladó a Londres, y hasta
1883, año en que murió Marx, continuaron esa vida intelectual
compartida, plena de intenso trabajo. Como fruto de la misma surgió, por
parte de Marx,
El Capital, la obra más grandiosa de nuestro
siglo sobre economía política, y por parte de Engels, toda una serie de
obras más o menos extensas. Marx trabajó en el análisis de los complejos
fenómenos de la economía capitalista. Engels esclarecía en sus obras,
escritas en un lenguaje muy ameno, polémico muchas veces, los problemas
científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y el
presente, inspirándose en la concepción materialista de la historia y en
la doctrina económica de Marx. De estos trabajos de Engels citaremos la
obra polémica contra Dühring (en ella el autor analiza los problemas
más importantes de la filosofía, las ciencias naturales y la sociología)
**,
El origen de la familia,
la propiedad privada y el Estado (traducida al ruso y editada en San Petersburgo, 3a ed. de 1895),
Ludwig Feuerbach (traducción al ruso y notas de J. Plejánov, Ginebra, 1892)[
2], un artículo sobre la política exterior del gobierno ruso (traducido al ruso y publicado en
Sotsial-Demokrat, núms. 1 y 2, en Ginebra)[
3], sus magníficos artículos sobre el problema de la vivienda[
4], y finalmente, dos artículos, cortos pero muy valiosos, sobre el desarrollo
económico de Rusia (
Federico Engels sobre Rusia, traducción rusa de V. Zasúlich, Ginebra 1894)[
5].
Marx murió sin haber podido terminar en forma definitiva su grandiosa
obra sobre el capital. Sin embargo, estaba concluida en borrador, y
después de la muerte de su amigo, Engels emprendió la ardua tarea de
redactar y publicar los tomos II y III. En 1885 editó el II y en 1894 el
III (no tuvo tiempo de redactar el IV[
6]).
Estos dos tomos le exigieron muchísimo trabajo. El socialdemócrata
austríaco Adler observó conrazón que, con la edición de los tomos II y
III de
El Capital, Engels erigió a su genial amigo un monumento
majestuoso en el cual, involuntariamente, grabó también con trazos
indelebles su propio nombre. En efecto, esos dos tomos de
El Capital son
la obra de los dos, Marx y Engels. Las leyendas de la antiguedad
relatan diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado
europeo puede decir que su ciencia fue creada por dos sabios y
luchadores cuyas relaciones superan a todas las conmovedoras leyendas
antiguas sobre la amistad entre los hombres. Siempre, y por supuesto,
con toda justicia, Engels se posponía a Marx. “Al lado de Marx —
escribió a un viejo amigo suyo — siempre toqué el segundo violín.”[
7]
Su afecto por Marx mientras vivió, y su veneración a la memoria del
amigo desaparecido fueron infinitos. Este luchador austero y pensador
profundo, tenía una gran sensibilidad.
Durante su exilio, después del
movimiento de 1848-1849, Marx y Engels se dedicaron no sólo a la labor
científica. Marx fundó en 1864 la “Asociación Internacional de los
obreros”[
8]
que dirigió durante un decenio. También Engels participó activamente en
sus tareas. La actividad de la “Asociación Internacional” que, de
acuerdo con las ideas de Marx, unía a los proletarios de todos los
países, tuvo una enorme importancia para el desarrollo del movimiento
obrero. Pero inclusive después de haber sido disuelta dicha asociación
en la década del 70, el papel de Marx y Engels como unificadores de la
clase obrera no cesó. Por el contrario, puede afirmarse que su
importancia como dirigentes espirituales del movimiento obrero seguía
creciendo constantemente, porque propio movimiento continuaba
desarrollándose sin cesar. Después de la muerte de Marx, Engels siguió
siendo el consejero y dirigente de los socialistas europeos. A él
acudían en busca de consejos y directivas tanto los socialistas
alemanes, cuyas fuerzas iban en constante y rápido aumento, a pesar de
las persecuciones gubernamentales, como los representantes de países
atrasados, por ejemplo españoles, rumanos, rusos, que se veían obligados
a estudiar minuciosamente y medir con toda cautela sus primeros pasos.
Todos ellos aprovechaban el riquísimo tesoro de conocimientos y
experiencias del viejo Engels.
Marx y Engels, que conocían el ruso y
leían las obras aparecidas en ese idioma, se interesaban vivamente por
Rusia, seguían con simpatía el movimiento revolucionario y mantenían
relaciones con revolucionarios rusos. Antes de ser socialistas, los dos
habían sido demócratas y el sentimiento democrático de odio a
la arbitrariedad política estaba profundamente arraigado en ellos. Este
sentido político innato, agregado a una profunda comprensión teórica
del nexo existente entre la arbitrariedad política y la opresión
económica, así como su riquísima experiencia de la vida, hicieron que
Marx y Engels fueran extraordinariamente sensibles en el aspecto político. Por
lo mismo, la heroica lucha sostenida por un puñado de revolucionarios
rusos contra el poderoso gobierno zarista halló en el corazón de estos
dos revolucionarios probados la más viva simpatía. Y por el contrario,
era natural que la intención de volver la espalda a la tarea inmediata y
más importante de los socialistas rusos — la conquista de la libertad
política –, en aras de supuestas ventajas económicas, les pareciese
sospechosa e incluso fuese considerada por ellos como una traición a la
gran causa de la revolución social. “La emancipación del proletariado
debe ser obra del proletariado mismo”, enseñaron siempre Marx y Engels. Y
para luchar por su emancipación económica, el proletariado debe
conquistar determinados derechos políticos. Además, Marx y
Engels veían con toda claridad que una revolución política en Rusia
tendría también una enorme importancia para el movimiento obrero de
Europa occidental. La Rusia autocrática ha sido siempre el baluarte de
toda la reacción europea. La situación internacional extraordinariamente
ventajosa en que colocó a Rusia la guerra de 1870, que sembró por largo
tiempo la discordia entre Alemania y Francia, no hizo, por supuesto,
más que aumentar la importancia de la Rusia autocrática como fuerza
reaccionaria. Sólo una Rusia libre, que no tuviese necesidad de oprimir a
los polacos, finlandeses, alemanes, armenios y otros pueblos pequeños,
ni de azuzar continuamente una contra otra a Francia y Alemania, daría a
la Europa contemporánea la posibilidad de respirar aliviada del peso de
las guerras, debilitaría a todos los reaccionarios de Europa y
aumentaría las fuerzas de la clase obrera europea. Por lo mismo, Engels,
deseó fervientemente la instauración de la libertad política en Rusia,
pues también contribuiría al éxito del movimiento obrero en Occidente.
Con su muerte los revolucionarios rusos han perdido al mejor de sus
amigos.
¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maes tro del proletariado!
* Señalaron
más de una vez que, en gran parte, debían su desarrolío intelectual a
los grandes Lilósofos alemanes, y en particular a Hegel. “Sin la
filosofía alemana — dijo Engels — no existiría tampoco el socialismo
cientifico.”[
9]
** Es un libro admirablemente instructivo y de rico contenido[
10].
Por desgracia sólo se ha traducido al ruso una pequeña parte de esta
obra, que contiene un esbozo histórico del desarrollo del socialismo (
Desarrollo del socialismo cientifico[
11], 2a ed., de Ginebra, 1892).
NOTAS
1. Las
palabras citadas en el epígrafe al artículo Federico Engels las tomó V.
I. Lenin de la poesía del poeta ruso Nikolái Alexéievich Nekrásov
En memoria de Dobroliúbov.
2. Se refiere a la obra de F. Engels
Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
3. Se alude al artículo de F. Engels “La política exterior del zarismo ruso” (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. XXlI), imprimido en los dos primeros números de la revista
Sotsial-Demokrat de 1890 bajo el título “La politica exterior del Imperio Ruso”.
Sotsial-Demokrat: revista literaria y politica editada por el
grupo “Emancipación del Trabajo” en 1890 en Londres y en 1892 en
Ginebra; en total se publicaron cuatro números.
4. Lenin alude al artículo de F. Engels “Contribución al problema de la vivienda”. (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. XXI.)
5. Se
alude al artículo de F. Engels, “Acerca de las cuestiones sociales en
Rusia” y el epílogo a dicho artículo. (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. XVIII y XXII.)
6. En consonancia con una indicación de F. Engels, V. I. Lenin llama cuarto tomo de
El Capital a la obra de C. Marx
Teorías de la plusvalía. En el prefacio al segundo tomo de
El Capital, Engels escribió: “Me reservo el derecho de publicar la parte crítica de este manuscrito en concepto de IV volumen de
El Capital,
con la particularidad de que se suprimirán de él numerosos pasajes,
agotados en los tomos II y III”. Sin embargo, Engels no tuvo tiempo de
preparar para la prensa el IV tomo de
El Capital. Teorías de la plusvalía se publicaron por vez primera en alemán redactadas por K. Kautsky en 1905-1910.
7. Se alude a la carta de F. Engels a I. Ph. Becker del 15 de octubre de 1884.
8. Asociación
Internacional de los Obreros (I Internacional): se trata de la primera
organizacion internacional del proletariado fundada en Londres por Marx
en otoño de 1864. La I Internacional encabezada por Marx y Engels
dirigia la lucha económica y politica de los obreros de los diferentes
paises, realizaba la lucha enconada contra la corriente antimarxista del
proudhonismo, bakuninismo, tradeunionismo y lassalleanismo,
fortaleciendo la solidaridad obrera internacional. La I Internacional
dejó de existir en realidad en 1872 despues de la Conferencia de la Haya
y fue disuelta oficialmente en 1876. Como lo señalaba Lenin, la I
Internacional “sentó los fundamentos de la organización internacional de
los trabajadores para preparar su ofensiva revolucionaria contra el
capital”. (V. I. Lenin,
Obras Completas, t. XXIX.)
9. Véase F. Engels, “Prefacio a
La guerra campesina en Alemania. (C. Marx y F. Engels,
Obras Completas, t. XVIII.)
10. Se alude a la obra de F. Engels
Anti-Dühring.
11. Con este título se publicó en la edición rusa de 1892 la obra de F. Engels
Del socialismo utópico al socialismo científico, basada en tres capítulos del libro de F. Engels
Anti-Dühring.